Ahora que preparamos los cursos de catecismo para el año que entra me pregunto: ¿Cómo darles a nuestros hijos el alimento que da vida, que los hará crecer? ¿Cómo desechar ese alimento seco que han recibido día a día en el ambiente en el que los tenemos sumergidos? ¿Como sanar el daño que ha causado?
Nuestros niños, nuestros jóvenes... nosotros mismos, abrimos la boca hambrientos de verdad: ¿Cómo ser un verdadero hombre, cómo ser una verdadera mujer? ¿y qué alimento entra a nuestra mente y a nuestro corazón? Tal vez los artículos expertos de las revistas en la farmacia y el super: "El traje de baño que resalta tu belleza", "Despierta tu sensualidad", "Cómo hacerla feliz en la intimidad". ¿Buscamos ahí las respuestas? ¿Se encuentra ahí el conocimiento de como ser un verdadero hombre y una verdadera mujer?
Tal vez las respuestas las bebemos en la tele: ¿Cuántas imágenes e ideas recibimos de las series que están de moda, de las telenovelas, de los anuncios en pleno día?
Y a nuestros niños ¿les damos de comer Bob esponja, Batman o el último video de Miley Cyrus?... ¿o tal vez los top 10 juegos de xbox?
¿Será todo esto alimento vivo o hierba seca?
Pensamos tal vez, que estas cosas son simplemente diversion, no nos afectan, nosotros sabemos lo que esta bien y esta mal... ¿En verdad lo sabemos? ¿Por qué buscamos entonces las respuestas en las revistas? En verdad no sabemos, estamos hambrientos... hambrientos de El.
No tendrán hambre ni sed, no los abatirá el sol ni el calor, porque los guiará quien les tiene compasión, y los conducirá junto a manantiales de agua.
Isaías 49:10
Todos tenemos a nuestro alcance alimento que da vida. No lo tenemos a la mano a la salida del super pero sabemos bien donde encontrarlo: En el silencio, en lo creado, en aquellos que han recorrido el camino antes que nosotros, en los sacramentos... en Su amistad. Y su amistad implica nadar contra corriente, ser diferente a la mayoría, no encajar en ocasiones... ¡pero El nunca nos abandona y el fruto de nuestro esfuerzo es eterno!
Démonos unos segundos para pensar antes de alimentar esas boquitas, si lo que les damos podrá ser digerido y los hará crecer o se hará un nudo en su interior...
¿Y que comemos nosotros sus padres? Pensemos si lo que entra en torrentes por nuestros ojos y nuestros oídos nos acerca a la Verdad o nos aleja de ella. Nos hace completos o nos mata lentamente...
Sacia nuestra hambre Señor, y ayúdanos a poner en sus bocas tu pan en vez de piedras.
—Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed —respondió Jesús—, pero el que beba del agua que yo le daré, no volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna.
—Señor, dame de esa agua para que no vuelva a tener sed.
Juan 4:13-15
Unidos en Sus manos,
Silvia