sábado, 23 de mayo de 2009

Carnaval de blogs: Sentimientos de una madre que educa en familia

En este Carnaval, Sandra ha propuesto que platiquemos un poco de nuestros sentimientos. Esos que nos llenan y se desbordan en los momentos difíciles en que nada parece ir bien y en los momentos felices en que todos disfrutan en armonía.
Aquí comparto con ustedes algunos de esos sentimientos que como mujer y madre tengo a flor de piel.

Inseguridad. En un principio, hace dos años tuvimos la certeza de que enseñar a los niños en casa era nuestra mejor opción, pero principalmente supimos que Dios nos llevaba por este camino. Pero aún así, el primer año tuve muchas dudas. ¿Sería yo capaz de enseñarles? ¿Sería capaz de mantener la casa en el orden necesario para estudiar y aprender felices? ¿Podría algún día tener tiempo para planear y enseñarles bien aún con un bebé o dos?

Pertenencia y Gratitud. Encontré mi lugar y encontré la manera de lograr lo que mi corazón me pedía al leer a tantas otras madres que lo habían hecho antes que yo. Madres que han dejado por escrito lo que significa educar a los hijos en el hogar, que han hablado con sinceridad de las dificultades, los temores y la gran dicha de vivir para ellos, de ser realmente una familia unida.

Incomprensión. En un inicio, cuando tomamos la decisión de no mandarlos más a la escuela, fue difícil escuchar y explicar a la familia cercana y a los amigos todas las cosas buenas que veíamos en esta opción de vida. Era un gran cambio, no teníamos perfectamente claros muchos detalles y el enfrentarse a las dudas y en ocasiones a la abierta oposición de los mas cercanos fue difícil. Aún ahora nunca falta, el desconocido (o conocido) que haga preguntas o comentarios negativos. Con el tiempo se ha hecho más fácil el responder cuando es necesario y el ignorar cuando no vale la pena. Conforme aumenta nuestra seguridad, disminuye la necesidad de dar explicaciones.

Maravilla. Dios me ha dado el regalo de ser yo la primera testigo de cada descubrimiento de mis hijos. Las maravillas del mundo se abren ante sus ojos. Yo soy solo la proveedora, ellos aprenden en su momento y a su manera. Yo estoy ahí para ver sus ojos, su sonrisa al comprender que "p"+"a"+"p"+"a" es igual a "papa", al momento en que escriben su primer poema, cuando felices descubren que pueden leer el reloj, que pueden sumar cientos y miles. Nadie me cuenta que hoy mi bebe tocó los pétalos de las flores por primera vez, que probó la arena, que comió espagueti a puños. Mis hijos crecen y maduran ante mis ojos.

Libertad e Independencia. Es un gozo el sentirse libres en esas ricas salidas a explorar por las mañanas cuando todos los niños están en la escuela. Es común encontrar miradas cuestionadoras al pasearnos juntos a esas horas de la mañana. Tenemos los parques, museos, mercados, etc. para nosotros solos. Podemos viajar e ir de aventuras sin preocuparnos de pedirle permiso a nadie, sin depender de horarios de nadie más que los nuestros.

Orgullo. Me siento orgullosa cuando veo a mis hijos interactuar con otros niños. Los veo en el parque, en las fiestas, en las casas de amigos, con el grupo de homeschoolers y me hace tan feliz observar que son líderes dulces y considerados, son pacientes y cariñosos con los más pequeños, piden ayuda en momentos difíciles y no recurren a la violencia verbal o física. Los veo alejarse con seguridad de niños groseros o negativos. Aunque palabras negativas los hieren, su autoestima esta en alto. En verdad el vivir día a día los valores en familia hace una diferencia muy grande.

Agotamiento. Hay días largos y agotadores, cuando pasamos por etapas difíciles de ajustes y de crecimiento. Por lo general los mejores planes de estudios y de tareas del hogar nunca salen como se había planeado y no siempre tengo la capacidad de adaptarme o de encontrar maneras de conciliar el plan con la realidad. No niego que hay días que pienso en lo delicioso que sería tener las mañanas para mí sola si los mandara a la escuela. Al igual que noches que, cuando papá llega a casa, me siento a punto de explotar...

Amor de Madre y Esposa. Sentimientos de amor infinitio, amor cansado, amor paciente, amor exigente, amor con firmeza y amor que pide perdón cuando se equivoca. Sentimientos de amor a mi esposo, mi cómplice, mi apoyo, mi fuerza y mi consejero. El es mi mitad mas fuerte que funciona cuando yo ya no puedo, que me saca del bache y me llena de flores cuando más lo necesito.

Alabanza a Dios. Por la maravilla de ser madre. Por las oportunidades que me ha dado para estar cerca de mi familia. Por tantas cosas que me ha dado sin merecer. Por esta oportunidad maravillosa de crecer en sabiduría, humildad y confianza en El.

Paz. Al saber que hacemos todo de nuestra parte por seguir el camino que Dios nos indicó y dar lo mejor de nosotros a estos niños que nos ha encomendado.

En unos días podrán ver las respuestas de otras madres en el blog de Sandra y aquí en mi blog en la lista de la izquierda de los Carnavales de Educando en Familia.
Todo el que quiera puede participar. ¡Espero se animen!
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