lunes, 9 de agosto de 2010

10 años de vivir nuestra vocación

10 años de vivir nuestra vocación... aunque hace algunos años realmente no lo sabía. Fueron años de dudar tanto. ¿Dónde Señor? ¿Dónde me quieres? Me diste estos grandes talentos en las oportunidades en mi profesión, ¿cómo dejarlos guardados? Me diste la sed de aprender, de buscar la verdad, Tu verdad... ¿será en más estudios? ¿me estarás llamando a otra carrera? Pero nada parecía satisfacerme. Quería quedarme en casa, quedarme con mi niña en brazos, no dejarla llorando en brazos ajenos... quería ser madre.

Y el mundo me envolvía como en una neblina cerrada, daba pasos a ciegas, me confundía con esas ideas con las que muchos hemos crecido: "¡Pero si tu tienes todo el derecho de ejercer tu carrera, al igual que tu marido!" "¡Pero dejar tu carrera sería un gran desperdicio!" "¡Pero si Dios te dio la cabeza y ese cerebro tienes que usarlo, no guardarlo en tu casa en un cajón!" Pero Él con paciencia me seguía llamado, más cerca, más cerca. Quería llenarme de Su paz, regalarme el gozo de no dudar más y siempre presente, siempre paciente me llamaba, una vez y otra vez. -Aquí, aquí te quiero, aquí, no dudes más. No escuches al mundo, escúchame a Mí, aquí en tu corazón. Y de pronto las dudas se acabaron, el Señor nos daba un hijo más, llegaba a nosotros de 10 meses, enfermo. Ahí, ahí estaba mi vocación.

¿Que llamado mas grande que el de ser madre?, el de ser todo para esas almas a mi cuidado, de ser el camino a una vida con sentido, una vida cerca de El. Ser el corazón en mi hogar,  darles mi todo, no lo que queda de mí después del mundo.

-Antes que nada, me dijo el padre en confesión, El señor te llama en tu vocación de madre y esposa, ése es tu primer compromiso, tu primera responsabilidad ante el Señor.

No tengo dudas ya.

Es aquí con ellos. Vivir mi vocación de tal manera que mi diario actuar alimente las almas que Él me ha encomendado.

Y hoy nos casamos de nuevo, hoy nos entregamos uno al otro de nuevo sabiendo en su gran amor la vocación que vivimos juntos. Y frente a nuestra Madre, la comunidad y nuestros hijos nos comprometimos a trabajar juntos, unidos en familia, sirviendo al Señor y a su iglesia.



Por la tarde los niños nos buscan emocionados, preguntando si será un buen momento para darnos nuestros regalos. Han estado trabajando por días a escondidas en ellos, compartiendo nuestra alegría y emoción anticipando la misa de esta mañana. Llegan juntos y nos cantan  "Feliz día de votos" con la tonada de "Happy Birthday" y nos entregan sus trabajos buscando en nuestros ojos aprobación, nuestras palabras de sorpresa y alabanza y nuestros abrazos y besos.



Y sus regalos son miel del cielo, una recompensa ante el esfuerzo, una prueba del camino bien andado. Lo vemos con nuestros ojos: Estamos viviendo juntos nuestra vocación.  Nuestro amor, vive en ellos y ellos saben que somos uno en el Señor.


Unidos en Sus manos,

Silvia
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