En sus notas recientes Ale me ha hecho reflexionar con un poco más de profundidad en el estorbo de los "conocimientos" médicos, la experiencia de otras madres, la opinión de los expertos, en pocas palabras: Las ideas equivocadas de nuestra cultura sobre la maternidad, la sexualidad, el embarazo, el parto y la lactancia.
En mi primera experiencia de madre, en mi primer embarazo, no conocía ese poder que llevamos dentro, no sabía del conocimiento que llega en el momento preciso, de los impulsos y emociones que guían a una madre al natural cuidado de su hijo. Mi experiencia estuvo empañada por el miedo, el terror que existe en nuestra cultura al embarazo, al parto, a la lactancia. En esta, nuestra cultura "moderna", el embarazo es una etapa de desgracia; el parto es el dolor inimaginable que debe evitarse a toda costa con anestesia; la lactancia es una molestia para la madre y una alimentación insuficiente para el bebe quien DEBE ser complementado con biberón. Los bien intencionados consejos que recibimos nos dicen que el bebe nunca debe dormir contigo pues lo sofocas, desde nacido, el niño necesita dormir solo y con espacio. Nos dicen que no carguemos al bebe en un cargador pues se lastima y malacostumbra. Todas las madres y embarazadas recibimos los "sabios consejos médicos y no médicos" que suprimen nuestros instintos que nos empujan a vivir lo opuesto a lo que el corazón nos dice. Disparan nuestro sentimiento de impotencia, incapacidad e incompetencia para cuidar a nuestro propio hijo y llenan nuestro corazón y mente de miedos y más miedos.
Decidida a tener una experiencia diferente leí mucho y encontré apoyo en mujeres maravillosas. En mi segundo embarazo, parto y lactancia he descubierto que la maternidad es un GOZO INMENSO. Es un sentimiento de poder nunca antes imaginado, de autosuficiencia, que maravilla nuestra razón y despierta un inmenso deseo de alabanza a Dios. Solo yo y mi bebe. No hay nada mas que él necesite en este mundo que a mí y aquí estoy yo entera para él. No necesita que expertos lo saquen de mi cuerpo; necesita sincronizado a mi corazón venir al mundo con mi cuerpo lleno de hormonas que relajan los músculos y que evitan el dolor. Necesita sentir mi piel y mi voz al llegar a este mundo, no tubos, tallones y medidas de precaución. Necesita una madre segura y paciente esperando la llagada de la leche, que ofrece el pecho horas y días interminables, segura de que la leche vendrá y no recibir el biberón al día de nacido. Necesita sentir mi respiración y los latidos de mi corazón durmiendo sobre mi vientre, con el pecho disponible a todas horas, no una cuna fría lejos de su madre. Necesita sentir mi movimiento y estar junto a mi voz durante el día, no estar en un corral lleno de juguetes o dormir en silencio total.
Con cuantos regalos me ha colmado el Señor en el momento en que he creído, escuchado y actuado de acuerdo a ese gran Poder y Conocimiento que, por el hecho ser madre, Dios me otorgó.
Al platicar mi sentir, no pretendo decir en ningún momento que TODOS los bebes puedan o deban nacer/vivir así. Existen muchos casos difíciles, niños o madres enfermas o con riesgos reales que no pueden mas que prescindir de todo esto. Pero la realidad es que estos casos NO son la mayoría.
Muchas madres descubrieron todo esto antes que yo y han compartido su dicha en hermosos libros que han abierto mis ojos y los de tantas otras madres. Ahora me toca a mí pasar la voz, aunque sea en este modesto y escondido espacio cibernético. Sigamos luchando contra esta cultura que aniquila en vez de dar vida. Una vez más, no nos podemos quedar calladas.
En estos últimos días otras amigas (mamás de la blogosfera) han compartido sus hermosas experiencias de sus partos en casa, han platicado de congresos del parto respetado y hasta han salido publicadas en revistas! Las invito a leer las preciosas notas de Maite, Paloma, Ale y Martha para que disfruten derramando algunas lagrimitas y dando gracias a Dios por la maravilla de ser madres.