jueves, 5 de febrero de 2009

Una Mañana de Excursión


Por fín estábamos todos listos para irnos. Niños abrochados en la camioneta, comiditas y aguas en la mochila, los indispensables pañales, cámara, cargadorsito para el bebé, gorras, chaquetas... y nos dieron las 11 de la mañana. Llegamos emocionados al parque, la idea era subir el cerro siguiendo el caminito a ver que tan alto podíamos llegar. A los 20 metros, nos dimos cuenta que estaba mas pesada la subida de lo que habíamos imaginado, no traíamos el albuterol de Sean y él definitivamente no estaba nada feliz con la subida. Tete iba emocionada muy adelante de nosotros en el camino y el bebé feliz en la espalda de su padre. Dadas las cirunstancias Sean y yo decidimos regresar y seguir los caminitos al pie de la montaña y Arnoldo siguió con Tete y el bebé. Lo que parecía una excursión un tanto cuanto frustrada, resultó una experiencia maravillosa. Dios sabe mejor por qué y cómo pasan las cosas. Esa mañana fué la primera vez que vi a Sean disfrutando la naturaleza con toda su atención. Vimos varios riachuelos, escuchamos el sonido del agua y sentimos su frescura. Observamos semillas, frutas secas y el musgo cubriendo los troncos y las piedras. Sean tocó tambores imaginarios sobre diferentes superficies y me pidió emocionado tomar fotos de plantas, piedras... y de su adorada madre. 
Los escaladores regresaron cansados pero felices de la aventura. Hicimos un pequeño picnic juntos y nos volvimos a casa a dormir la siesta.
La próxima vez que dude en salir de excursión con los niños, por las múltipes complicaciones que representa, intentaré recordar que hasta la fecha, no ha habido una sola vez que nos arrepintamos de haberlo hecho.
Muy animosos padre e hija
Juan Pablo disfrutaba un palito cubierto de musgo
Observando...
¡Feliz!
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