Una noche mas, igual en cada día: Los juguetes descansan en su lugar, el zumbido de la lavadora de platos afirma la cocina recogida, las ventanas han sido abiertas y el aire fresco inunda los cuartos calientes por el sol del día.
En pijamas nos reunimos para platicar con Ellos antes de dormirnos. Los mejores padres y su Hijo, tan cerca.
Papá comienza la plática, después mamá, y cada niño comparte su día con Ellos que nos quieren como sus preferidos.
Y damos gracias por la multitud de gracias recibidas durante el día, por todo de lo que disfrutamos sin merecerlo. Los talentos distribuidos según Su voluntad y nuestra responsabilidad de compartirlos y multiplicarlos. Y reconocemos nuestras faltas en voz alta y quitamos las barreras y los candados, dejando entrar en torrentes el amor que nos tenemos.
Y Ellos derraman su amor sobre nosotros y admirados escuchamos las palabras de los niños... Sus palabras en su boca.
Sacamos los instrumentos para cantar con alegría a nuestra Madre y en medio de los acordes de mi guitarra la luz de la luna toca mi rostro. En ese instante siento su presencia, paz, alegría y gratitud inundan mi corazón y sonrío completa. Madre, gracias por cuidar de los míos como yo nunca podré hacerlo, por enseñarles a amar y a seguir a Tu hijo.
Unidos en Sus manos,
Silvia