En todos estos meses de silencio he buscado el momento de volver a compartir con ustedes un pedacito de mí. Busqué el silencio sin saber mucho porqué y en Su bondad he comprendido que es Su obra en mí la que mi corazón se alegra de compartir.
No sé bien como haré ésta Su obra, confío en que Él me guiará, pero conozco mis debilidades y en mis primeros pasos tambaleantes necesito mantener mi vista en Él.
Quiero transformar este pequeño espacio en un lugar de calma, de recogimiento, donde podamos escuchar nuestro interior, unir nuestros corazones en búsqueda de Su amor manifestado en nuestra vida diaria. Sin compromiso de leer, sin compromiso de comentar.
Tú y yo, unidos en silencio, escuchándolo a Él y alabando Su obra en nuestra familia.
Necesitamos el silencio para estar buscando a Dios. En el silencio acumulamos el poder interno que distribuimos después en acción, que ponemos en la mas mínima tarea y gastamos en el mas severo apuro que nos acontece.
Escuchemos en silencio, porque si el corazón está lleno de otras cosas no podemos oír la voz de Dios. Pero cuando se ha escuchado la voz de Dios en la calma de nuestro corazón, entonces nuestro corazón se llena de Dios. Entonces nosotros podemos oír a Dios por todas partes: en el cerrar de una puerta, en la persona que necesita de nosotros, en los pájaros que cantan, en las flores, los animales - ese silencio que es maravilla y es elogio.
-Madre Teresa de Calcuta
Cuando quieras compartirme un pedacito de tí me llenarás de alegría y prometo escucharte con el corazón, sin prisa y en Su presencia. Gracias por tus palabras y tu cariño, son un gran regalo de Dios.
Unidos en Sus manos,
Silvia